La relación entre la atención en el cuerpo y la libertad en la ejecución creativa (Hackeando el “ni ganas de practicar”)

Si estás con ganas de emprender una práctica, o estás estudiando música, este artículo puede que te sirva mucho. Te lo planteo con dos preguntas y un video, así sabes con que te vas a encontrar:

¿Para qué quiero practicar lo que voy a emprender? ¿Cuáles son mis objetivos hoy y cómo pienso hacerlo? Te comparto mi experiencia y quizás te ayudo a encontrar tu propia forma de encararlo.

Es poco habitual, por lo menos dentro del grupo de personas que tuve la suerte de conocer (y con las que obviamente toqué el tema), que estemos atentos a lo que pasa en nuestro cuerpo a la hora de realizar acciones de todos los días. Todos poseemos la ventaja del aprendizaje, el cual nos permite mecanizar las reacciones que se ven involucradas en la acción repetida, cuanto más tiempo la repetimos, menos es la energía mental que necesitamos invertir.  Y el tema con la energía mental, es que gastamos de más cuando no disfrutamos o asociamos el acto con “esfuerzo” y “sacrificio”. Vamos a limpiar un poco los conceptos que heredamos y transformarlos en algo que nos sirva hoy en día y nos haga bien.

Claro que esto último lo descubrí después de años,  practicando horas con el instrumento y en la vida misma. Cuanto más repetía un ejercicio o una escala, más fácil se sentía y parecía que había un “progreso”. Pero no necesariamente con eso basta para hacer bien algo, depende de que estés buscando lograr.

Como todo sistema, el rendimiento puede alcanzar niveles elevadamente óptimos (valoración a la que más adelante le vamos a dar un sentido), pero es fácil que se nos escapen muchas de las ventajas que nos proporcionan nuestras facultades de aprendizaje. La cuestión es… ¿Qué buscas optimizar en tus prácticas? En el caso de la música hay varias opciones. Puede que quieras poder tocar las canciones que te gustan y simplemente pasarla bien con amigos y entretenerlos en las juntadas, pero también puede ser que quieras crear tus canciones y que quieras tocar bien el instrumento que elegiste (tocar bien sería tener la libertad de poder ejecutar canciones completas y cómodos, sea el estilo que te guste).

Una vez que sabés lo que querés, estás en el punto ideal para crear el plan de práctica. En Google tenés todo tipo de rutinas, infinidad de videos y consejos para tus sesiones, pero la idea es que te acomodes las cosas a tu gusto y sepas aprovechar tus virtudes, que te aseguro que tenés más de las que quizás identifiques. La música y las ideas vienen del mismo lugar de donde vienen los pensamientos y los recuerdos… si!! Ya sabés de lo que estoy hablando, tu preciada y a la vez traicionera mente. Pero no te preocupes, sos vos mismo/a, asi que podés tomar el control cuando tengas ganas. Entonces… ¿Cómo hacemos para crear una rutina que se acomode a nuestros tiempos y ganas? Hagamos la lista mágica:

  1. Saber cuánto tiempo tenés en la semana y cuánto querés dedicarle.
  2. Que vamos a optimizar: técnica, improvisación, composición, interpretación. Podés elegir una o varias por “temporadas” o practicar siempre todas.
  3. Saber bien qué es lo que más te divierte y te motiva, recordá que queremos asociar la práctica con el disfrute, no es algo que haya que hacer por obligación, más bien es la búsqueda de tu propia disciplina.
  4. Organizar todos los ejercicios, videos y tutoriales que tenemos, por tipo, por técnica, de la manera más ordenada para vos. Siempre que puedas sumar ejercicios que te gustan y te llamaron la atención mejor, todo tiene que sumar para bien.
  5. Agendar y empezar cuanto antes, “el lunes empiezo” es otra bella trampa, pero cuanto antes te acostumbras a hacer lo que tenés ganas de hacer, ¡Mejor te vas a sentir!

Un modelo de práctica que me gusta y contiene todo:

Tener el hábito de grabar en notas de voz, melodías cantadas o partes tocadas con el instrumento. Intentar crear aunque sea 2 o 3 ideas por semana, para luego practicar la melodía y probar variaciones.

Si tenés una hora por día para practicar, le podés dedicar un cuarto de hora al precalentamiento con ejercicios técnicos, seguir con alguna escala y algún patrón sobre esa misma escala otros 15 minutos.

Luego podés dedicarle un cuarto de hora a una sección de un tema que estés practicando y otro cuarto de hora a algo propio. Parece poco, pero en esa hora hiciste bastante y no estuviste con el celu!! Ah, eso es clave, aunque sea esa hora, ponelo en modo avión (check),  pasamos más horas con el celu de las que podríamos estar haciendo música.

Conclusión: está genial tener agilidad y buena técnica, a su vez,  potenciar las ideas musicales y practicar sobre tus creaciones te encamina a encontrar tu estilo y te ayuda a entender mucho más la teoría de tu instrumento. ¡Y el resultado lo disfrutamos todos!

Por Matias Genovesi